Los apóstoles y discípulos de Jesús hablaban arameo y los evangelios fueron escritos en griego. No existe ni un sólo ejemplo en la antigua Judea de un autor bilingüe que dominase el arameo y el griego. También sabemos que el texto griego en su mayoría no es una traducción porque muchos de los pasajes no tienen sentido al traducirse al arameo. También sabemos que el texto no fue escrito por escribas o secretarios ya que los estos no ejercían de traductores, ni se insertaban a sí mismos en los textos que transcribían, ni modificaban con sus propias palabras lo que se les dictaba.
El estilo, lenguaje y contenido del texto denota que sus autores además de utilizar un griego sofisticado, habían recibido una educación en filosofía, teología y leyes. Esto es incompatible con lo que sabemos de los apóstoles y discípulos de Jesús, personas en su mayoría de clase baja.
Sabemos que en el tiempo de la Biblia. En Judea, más del 90% de la población era analfabeta. Los apóstoles y los discípulos de Jesús provenían casi en su totalidad de una clase social que literalmente no tenía acceso a la lectura o escritura.