A través de los siglos que siguieron, las faldas de la cristiandad han goteado sangre.

¡Si esa sangre pudiera clamar,
testificaría contra las diez cruzadas religiosas que la cristiandad llevó
a cabo en vano contra los mahometanos “infieles” del Oriente Medio,
los crímenes de la inquisición religiosa, las guerras religiosas entre católicos romanos y protestantes,
su Guerra de los Cien Años,
su Guerra de los Treinta Años,
y ahora, finalmente, sus dos guerras mundiales de este siglo veinte
por medio de las cuales se derramó más sangre de la que se ha derramado
desde la fundación de la Babilonia antigua por Nemrod