Jesucristo, Dios mismo que se había hecho hombre, cuando predicó el Evangelio y nos enseñó los verdaderos mandamientos que habían sido dados a los hombres por Él mismo, ya hizo una reparación de la verdadera ley de Dios, que había sido cambiada en mentira por la pluma mentirosa de los escribas como dice Jeremías 8:7-8.
Entonces cuando los TJ nos habláis del Nuevo Pacto y de la sangre del Pacto, no debéis ignorar que el Nuevo Pacto manda guardar la Ley del Nuevo Pacto, y lo primero que debéis comprender es que la Ley del Nuevo Pacto, que es la Ley del Evangelio, es la Ley que Dios había dado realmente a Moisés y al pueblo de Israel. Por eso nos dice la Escritura que Moisés y el pueblo de Israel fueron evangelizados:
[Hebreos 3:16-4:7
¿Quiénes fueron los que, habiendo oído, le provocaron? ¿No fueron todos los que salieron de Egipto por mano de Moisés? ¿Y con quiénes estuvo él disgustado cuarenta años? (.......) Porque también estamos evangelizados lo mismo que aquellos;* (.......) Por lo tanto, puesto que falta que algunos entren en él, y aquellos que primero fueron evangelizados no entraron por causa de desobediencia, otra vez fija un día hoy, en David, diciendo después de tanto tiempo, como había sido predicho: Hoy, si oyereis su voz, no endurezcáis vuestros corazones.
Y por eso el profeta Jeremías dice que el nuevo pacto es que Dios daría a sus hijos su ley en la mente de ellos y la escribiría en su corazón:
Jeremías 31:31-33 este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Yavé: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón
Entonces, la Ley del Nuevo Pacto, que es la Ley que Jesucristo nos enseñó cuando predicó el Evangelio, es la Ley que Dios había dado realmente a Moisés y al pueblo de Israel, porque la profecía de Jeremías dice "Daré mi ley...." (la Ley que realmente habla dado Dios). Y Jesucristo dio su vida por volvernos a enseñar esta verdadera Ley de Dios, por eso la sangre de Jesucristo es la sangre del Nuevo Pacto, que nos enseña la ley que realmente había dado Dios a Moisés y el pueblo de Israel.
Y no olvidéis que aunque la Ley de Dios fue dada a Moisés y al pueblo de Israel, era para todos los pueblos de la tierra:
Salmos 100:1-3
Cantad alegres a Dios, habitantes de toda la tierra.Servid a Yavé con alegría;
Venid ante su presencia con regocijo.
Reconoced que Yavé es Dios;
El nos hizo, y no nosotros a nosotros mismos;
Pueblo suyo somos, y ovejas de su prado.