Por lo que se ve, aquí el único mentiroso eres tú, porque tú nunca predicas el Evangelio con sus misericordiosos mandamientos.
A ti te gustaría que el Evangelio fuera solo lo que a ti te agrada. Pero te guste o no te guste, el Evangelio enseña los verdaderos mandamientos de Dios que tú no quieres guardar ni predicar. Y de ahí te viene toda tu confusión.