Cada cuál puede decir contra el Evangelio lo que quiera, pero la enseñanza del Evangelio se defiende por sí sola, por sus mandamientos misericordiosos de amor, misericordia, perdón y reparto de bienes según la necesidad de cada uno para que no haya unos viviendo en la abundancia mientras que haya otros viviendo pobres o en la miseria.
La enseñanza del Evangelio es para el bien de todos los hombres y mujeres de buena voluntad.