Los misericordiosos mandamientos de Jesucristo, muy pocos los quieren guardar con amor, porque mandan NO MATARÁS y tener misericordia con todos... Prefieren a ""Pablo"" que justifica la esclavitud y la Ley de la espada...
LO QUE YO ENSEÑO NO ES MIO
PERTENECE AL QUE ME ENVIO” (Juan 7:16.)
Lo que Jesucristo estaba enseñando, es que no sigamos las viejas leyes judías sobrecargadas de sacrificios que Dios no había mandado, por esto te dice Jesucristo, que El quiere misericordia y no sacrificios.
Los cristianos ahora vivimos los mandamientos del Evangelio, y los mandamientos del Evangelio son todos misericordiosos. Los mandamientos del Evangelio dejaron abolidos todos los preceptos del viejo testamento judío que mandaban penas de muerte, guerras y genocidios, y que mandaban esclavitud y muchos sacrificios que Dios no había mandado.
Parece mentira que después de haber conocido el Evangelio de Jesucristo aún se siga discutiendo estas cosas tan sencillas que enseña el evangelio.
Los misericordiosos mandamientos de Jesucristo, muy pocos los quieren guardar con amor, porque mandan NO MATARÁS y tener misericordia con todos... Prefieren a ""Pablo"" que justifica la esclavitud y la Ley de la espada...
No querría sacrificios para él, porque con el resto comenzó exigiéndolos.
Si sí, por eso comenzó: ‘El que no me ama a mí más que a su padre y a su madre, no es digno de mí’. En el fondo está invitando al “abandono” de la familia, y para motivar ese abandono, que era tan duro en aquella época, les dice que ‘recibirán el ciento por uno’.
‘Dejad que los muertos entierren a sus muertos’. Para un buen hijo de Israel, enterrar al padre era de las dos o tres cosas más importantes de la vida. O también: ‘el que echa la mano en el arado y mira para atrás, no vale para el Reino de Dios’.
‘Si alguno viene donde mí y no odia a su padre, a su madre, a su mujer y a sus hijos, hermanos, hermanas y hasta su propia vida, no puede ser discípulo mío’. ‘El que no lleve su cruz y venga en pos de mí, no puede ser discípulo mío’.
En Mateo (10,36) llega a decir que ‘los enemigos del hombre son los de su propia casa’.
No querría sacrificios para él, porque con el resto comenzó exigiéndolos.
Si sí, por eso comenzó: ‘El que no me ama a mí más que a su padre y a su madre, no es digno de mí’. En el fondo está invitando al “abandono” de la familia, y para motivar ese abandono, que era tan duro en aquella época, les dice que ‘recibirán el ciento por uno’.
‘Dejad que los muertos entierren a sus muertos’. Para un buen hijo de Israel, enterrar al padre era de las dos o tres cosas más importantes de la vida. O también: ‘el que echa la mano en el arado y mira para atrás, no vale para el Reino de Dios’.
‘Si alguno viene donde mí y no odia a su padre, a su madre, a su mujer y a sus hijos, hermanos, hermanas y hasta su propia vida, no puede ser discípulo mío’. ‘El que no lleve su cruz y venga en pos de mí, no puede ser discípulo mío’.
En Mateo (10,36) llega a decir que ‘los enemigos del hombre son los de su propia casa’.