La acusación de “deicidio” fue más bien una invención de las élites clericales para sustentar su persecución de las minorías judías una vez que tuvieron el poder civil. Pero no fue de ninguna manera un ataque directo del cristianismo al judaismo porque muchos de los primeros cristianos se veían a sí mismos como judíos.
Tampoco hay fundamento para acusar a los cristianos de querer apropiarse del Dios de Israel, porque, nuevamente, el cristianismo se veía a sí mismo como una continuación natural del mismo. Los mismos pueblos del Imperio Romano los consideraban una secta más del judaismo. Muchos seguían observando el sabath, circuncidando a sus hijos y teniendo las mismas restricciones alimentarias.
Podría decirse, incluso, que fue gracias al cristianismo que el Dios de Israel y que el mensaje de la Torah fue conocido por millones de personas.
Algo similar puede decirse del Islam. Gracias al Islam el monoteísmo se convirtió en la creencia religiosa más poderosa del planeta. Gracias al Islam, incluso, millones conocieron a Jesús y su mensaje. El Islam se veía a sí mismo como la continuación del judaismo y cristianismo.