Y así fue,
“todos los días de Adán que él vivió ascendieron a novecientos treinta años, y murió”
Génesis 5:5
“un día es para con Jehová como mil años, y mil años como un día”. (2Pe 3:8.)
Cuando le dijo al hombre que no comiese de cierto árbol Dios dijo:
“En el día que comas de él positivamente morirás.” (Gén. 2:17)
Adán murió dentro de ese día de mil años a la edad de 930 años.
Como el Creador no se halla dentro de los límites de nuestro sistema solar
y no está condicionado a sus ciclos de traslación y rotación,
“Porque mil años son a tus ojos solo como el día de ayer cuando ha pasado,
y como una vigilia durante la noche”. (Sl 90:2, 4.)
Después de eso, los condenó a muerte (Gén. 3:14-19).
si les hubiera dado muerte en aquel instante,
su propósito para los seres humanos no se habría realizado (Is. 55:11).
Así que, aunque los efectos del pecado comenzaron a aparecer inmediatamente,
Jehová permitió que Adán y Eva vivieran lo suficiente para tener hijos
a los que podría esperarles un futuro mejor. Pero a los ojos de Jehová,
ambos estaban muertos desde el día en que pecaron.
Y como para él un día es como mil años, en verdad murieron en cuestión de un “día” (2 Ped. 3:8).