Estoy de acuerdo con doonga. El azar interviene poderosamente en el devenir. El experimento de Bell, por ejemplo, parece confirmarlo. Sí, se ve que Dios juega a los dados.

Y en el fondo, el viejo dilema filosófico entre azar o necesidad ya ha quedado resuelto por la ciencia: es una combinación de ambas cosas.

Igual pasó con el debate entre si era la educación o era la biología la que definía el carácter y la personalidad. Ambas cosas. Pero me refiero a esto último porque tengo la duda sobre si el azar interviene sólo a nivel del microcosmos, a nivel cuántico, y me interesa la implicación de esto en la existencia o inexistencia de la consciencia y el libre albedrío.