Mi padre era un campesino alemán del estado de Renania Palatino, donde el abuelo tenía un pequeño cerro con una viña.
Debido a un accidente, el pobre quedó cojo, y el abuelo dice "este ya no nos sirve. NO queda otra que enviarlo a estudiar."
Ahí lo mandaron a una escuela agrícola de viticultura, donde aprendió todo.
Luego, en los años '30 mi padre emigró a Chile.
En los años '50, en un concurso de catadura, donde te daban 10 copas, 5 con tinto, 5 con blanco, rotuladas con números.
Luego de probar los vinos (donde te permitían tomar apuntes), un gran asado.
Después del asado, las 10 copas de vino, pero rotuladas con letras.
Mi padre acertó a 8. Según él no acertó a las 10 por soberbio, porque luego de la 9 copa, dijo que no le hacía falta catar la última.
El 2° premio acertó a 2 de 10.
Eso le valió que le ofrecieron un porcentaje en la propiedad de la viña, y cambió el destino de su vida.
Coincido que la catadura es un don.
Sin duda a mi padre, los genes le obsequiaron ese maravilloso "don", que es bastante escaso.