Los que no tienen el Espíritu de Dios no aceptan las enseñanzas espirituales, pues las consideran una tontería.
Y tampoco pueden entenderlas, porque no tienen el Espíritu de Dios.
En cambio, los que tienen el Espíritu de Dios todo lo examinan y todo lo entienden. Pero los que no tienen el Espíritu, no pueden examinar ni entender a quienes lo tienen.
Como dice la Biblia: «¿Quién sabe lo que piensa el Señor? ¿Quién puede darle consejos?» Pero nosotros tenemos el Espíritu de Dios, y por eso pensamos como Cristo.