Todos conocemos que hasta que se inventó la imprenta (alrededor de 1440), los libros se copiaban a mano (los copistas).

Los evangelios que han llegado a nuestras manos posiblemente sean la quinta o sexta copia de los originales, los cuales han desaparecido.
No resultaría extraño que en este proceso de copias se hayan omitido o añadido versículos, bien por error o bien intencionadamente.

En los primeros siglos el cristianismo creció extraordinariamente, y posiblemente fue necesario hacer muchas copias de los evangelios para las iglesias que se estaban formando.

Los estudiosos de las escrituras sagradas han detectado un añadido en el evangelio de Marcos. Se trata de su final: los versículos del 9 al 20 de su capítulo 16.
Los expertos, además de en el contenido, se basan en el estilo de lo escrito, para poder afirmar que esa parte no se corresponde con el original.

Ciertamente, la simple lectura del capítulo 16 da pié a pensar que esto es así.
Transcribo el capítulo 16 hasta el versículo 8, y luego el 9 y el 10. Se puede observar dos narraciones diferentes.

Y CUANDO pasó el día de reposo, María Magdalena, y María, madre de Jacobo, y Salomé compraron especias aromáticas para ir a ungirlo. 2 Y muy de mañana, el primer día de la semana, fueron al sepulcro, recién salido el sol. 3 Y decían entre sí: ¿Quién nos removerá la piedra de la entrada del sepulcro? 4 Pero cuando miraron, vieron la piedra ya removida, que era muy grande. 5 Y cuando entraron en el sepulcro, vieron a un joven sentado al lado derecho, cubierto de una larga ropa blanca, y se espantaron. 6 Pero él les dijo: No os asustéis; buscáis a Jesús nazareno, el que fue crucificado; ha resucitado, no está aquí; he aquí el lugar en donde le pusieron. 7 Pero id, decid a sus discípulos, y a Pedro, que él va delante de vosotros a Galilea; allí le veréis, como os dijo. 8 Y ellas se fueron huyendo del sepulcro, porque les había entrado temblor y espanto. Y no dijeron nada a nadie, porque tenían miedo. (Marcos 16:1-8).

9 Mas después que Jesús hubo resucitado por la mañana, el primer día de la semana, se apareció primeramente a María Magdalena, de quien había echado siete demonios. 10 Yendo ella, lo hizo saber a los que habían estado con él, que estaban tristes y llorando. (Marcos 16:9-10).


Es posible que alguien observara la forma tan pobre de terminar un evangelio, y añadiera unos versículos para arreglarlo.