"Si hubierais comprendido lo que quiere decir: "Misericordia quiero y no sacrificios", no condenaríais a los inocentes". (Mateo 12,7).
Dios es misericordioso y Él no quería sacrificios para sus hijos, pero satanás, enemigo de Dios siempre quería hacer ver que Dios era cruel y que mandaba al pueblo llevar cargas insoportables. Pero esa carga de los sacrificios escritos en las leyes del viejo testamento no venía de Dios ni la quería Dios, sino que fueron los hombres los que impusieron esas leyes como si fueran leyes de Dios..., pues los escribas había cambiado la Ley de Dios, como nos dicen los profetas:
"...mi pueblo no conoce el juicio de Yavé. ¿Cómo decís: Nosotros somos sabios, y la ley de Yavé está con nosotros? Ciertamente la ha cambiado en mentira la pluma mentirosa de los escribas" (Jeremías 8:7-9).