
Iniciado por
Elisabet*
Tú no has entendido que Jesús nos libró de los mandamientos que no eran de Dios sino de hombres pero habían sido atribuidos a Dios. Entonces Jesús vino a enseñarnos la verdadera ley de Dios y sus misericordiosos y anuló del Antiguo Testamento los preceptos que faltaban a la misericordia, pues no eran de Dios sino de hombres.
Y para que veas que Jesús vino a traernos su ley, que es la verdadera ley de dios, lee la siguiente escritura:
Isaías 42:1-4
He aquí mi siervo, yo le sostendré; mi escogido, en quien mi alma tiene contentamiento; he puesto sobre él mi Espíritu; él traerá justicia a las naciones. No gritará, ni alzará su voz, ni la hará oír en las calles. No quebrará la caña cascada, ni apagará el pábilo que humeare; por medio de la verdad traerá justicia. No se cansará ni desmayará, hasta que establezca en la tierra justicia; y las costas esperarán su ley.
Como ves, Jesucristo vino a establecer su Ley, que es la verdadera Ley de Dios. Y es que antes de que Jesús viniera, el pueblo estaba en tinieblas porque no conocía la verdadera Ley de Dios, pues la Ley de Dios estaba cambiada en mentira por la pluma mentirosa de los escribas, y se habían añadido a la ley muchos mandamientos que ordenaban a los hombres aplicar penas de muerte, hacer guerras y matar a pueblos enteros, hombres, mujeres y niños.
Por eso, nos dice la Escritura que de Sion saldrá la ley y de Jerusalén la palabra de Dios y reprenderá a muchos pueblos y 'no alzará espada nación contra nación, ni se adiestrarán más para la guerra':
Isaías 2:1-4
Lo que vio Isaías hijo de Amoz acerca de Judá y de Jerusalén.
Acontecerá en lo postrero de los tiempos, que será confirmado el monte de la casa de Yavé como cabeza de los montes, y será exaltado sobre los collados, y correrán a él todas las naciones. Y vendrán muchos pueblos, y dirán: Venid, y subamos al monte de Yavé, a la casa del Dios de Jacob; y nos enseñará sus caminos, y caminaremos por sus sendas. Porque de Sion saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra de Yavé. Y juzgará entre las naciones, y reprenderá a muchos pueblos; y volverán sus espadas en rejas de arado, y sus lanzas en hoces; no alzará espada nación contra nación, ni se adiestrarán más para la guerra
Esta lectura nos indica claramente que Dios no había mandado hacer guerras ni matar a las personas, y que la ley de Dios reprendería a muchos pueblos para que no volvieran a hacer la guerra ni a matar. Entonces los mandatos que están escritos en el Antiguo Testamento que mandaba a los hombres hacer guerras y matar a hombres, mujeres y niños, es una ley cambiada.
Por eso, cuando vino Jesucristo anuló con sus enseñanzas del Evangelio todos esos mandatos del Antiguo Testamento que faltaban a la misericordia y mandaban a los hombres hacer guerras y matar a las personas. Y Jesucristo, con su predicación del Evangelio, nos enseñó los misericordiosos mandamientos que realmente había dado Dios desde siempre y para siempre. Y entonces se cumplió la profecía que nos decía que el pueblo que estaba en tinieblas vio gran luz:
Mateo 4:15-16
Tierra de Zabulón y tierra de Neftalí,
Camino del mar, al otro lado del Jordán,
Galilea de los gentiles;
El pueblo asentado en tinieblas vio gran luz;
Y a los asentados en región de sombra de muerte,
Luz les resplandeció. Desde entonces comenzó Jesús a predicar, y a decir: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado