Tienes razón, Roberto. La oración que Jesús mandó hacer es la oración del Padre Nuestro.
Y también enseñó Jesús que no se hicieran vanas repeticiones, y nos enseña el Evangelio que a Jesucristo no le agradaba lo que hacían los hipócritas, que hacían largas oraciones, y en público para ser vistos de los hombres.