Gén. 9:3, 4: “Todo animal moviente que está vivo
puede servirles a ustedes de alimento.
Como en el caso de la vegetación verde,
de veras se lo doy todo a ustedes.
Solo carne con su alma —su sangre— no deben comer.”

Cualquier animal que se utilice para alimento
debe ser desangrado debidamente.
Un animal estrangulado
o uno que haya muerto en una trampa
o que haya sido hallado después de haber muerto
no es adecuado para alimento
(Hech. 15:19, 20; compárese con Levítico 17:13-16).

De igual manera, no se debe comer ningún alimento
al que se haya agregado sangre completa
o algún componente sanguíneo.