Es obvio que aquel hombre usó
“Buen Maestro” como título adulador.
Por ello, Jesús fue modesto
y dirigió tal gloria al Padre celestial,
que es bueno en sumo grado
Además, así confirmó una profunda verdad:
Jehová es el único criterio moral,
pues solo él posee el derecho soberano
a determinar qué está bien y qué está mal.
Adán y Eva trataron de usurpar esa prerrogativa
al rebelarse y comer del árbol del conocimiento
de lo bueno y lo malo.
Cristo, en cambio,
es humilde y deja que el Padre fije las normas.
Por otro lado,
Jesús sabía que Jehová es la fuente de todo verdadero bien.
Es el Dador de “toda dádiva buena y todo don perfecto”
(Santiago 1:17).
LO QUE YO ENSEÑO NO ES MIO
PERTENECE AL QUE ME ENVIO” (Juan 7:16.)