Porque25
Pablo exorta a los cristianos a obedecer la autoridad
13 Toda alma esté en sujeción a las autoridades superiores, porque no hay autoridad a no ser por Dios; las autoridades que existen están colocadas por Dios en sus posiciones relativas. 2 Por lo tanto, el que se opone a la autoridad se ha puesto en contra del arreglo de Dios; los que se han puesto en contra de este recibirán juicio para sí. 3 Porque los que gobiernan no son objeto de temor para el hecho bueno, sino para el malo. ¿Quieres, pues, no temer a la autoridad? Sigue haciendo el bien, y tendrás alabanza de ella; 4 porque es ministro de Dios para ti para bien tuyo. Pero si estás haciendo lo que es malo, teme: porque no es sin propósito que lleva la espada; porque es ministro de Dios, vengador para expresar ira sobre el que practica lo que es malo.
ROMANOS 13
Pedro también habla de nuestra
postura tocante a las autoridades seglares.
“Por causa del Señor —escribe— sujétense
a toda creación humana: sea a un rey como quien es superior,
o a gobernadores como quienes son enviados
por él para infligir castigo a los malhechores,
pero para alabar a los que hacen el bien.
Porque así es la voluntad de Dios,
para que haciendo el bien amordacen
el habla ignorante de los hombres irrazonables.” (1*Pedro 2:13-15.)
Los que prestan atención a este consejo
no son rebeldes ni tratan de
derrocar los gobiernos del mundo.
Se someten a la autoridad de los gobernantes políticos,
y les obedecen siempre que lo que pidan tales gobernantes
no esté en conflicto con los requisitos de Dios.
Dios previó y predijo tales gobiernos.
Ejercen autoridad, no porque él les haya dado el poder,
sino por permiso de él. A Su debido tiempo,
él también los quitará de en medio
¿Qué postura adoptaron
los primeros cristianos cuando
los líderes religiosos les ordenaron
que dejaran de enseñar acerca de Jesús?
Pedro y el resto de los apóstoles
contestaron con valor:
“Tenemos que obedecer a Dios
como gobernante más bien que a los hombres”
(Hech. 4:18-20; 5:28,*29)
LO QUE YO ENSEÑO NO ES MIO
PERTENECE AL QUE ME ENVIO” (Juan 7:16.)