El décimo mandamiento del AT: La codicia de los bienes
El décimo mandamiento del viejo testamento así nos dice:
"No codiciarás la mujer de tu prójimo, ni desearás la casa de tu prójimo, ni su tierra, ni su esclavo, ni su esclava, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo". (Deuteronomio 5:1-22)
Según este mandamiento del viejo testamento, los pobres que viven en la miseria no deben desear nada de sus prójimos aunque no tengan nada, y los que tienen muchas riquezas sí pueden desear todo lo que tienen sus prójimos, y hasta su vida, teniéndolos como esclavos... Esto es una gran contradicción que nos hace reflexionar muy profundamente sobre los mandamientos como están escritos en el viejo testamento.
Si yo no debo desear nada que pertenece a mi prójimo (como dice el mandamiento de la ley judía), entonces mi prójimo tampoco debe desear tener a su prójimo de esclavo, PORQUE LE QUIERE QUITAR LA LIBERTAD... Y la libertad es un gran tesoro que pertenece a cada hombre, entonces le quieren quitar un gran tesoro que Dios le dio y a él le pertenece (la libertad).
Jesucristo en el Evangelio no nos entrega ese mandamiento del viejo testamento. Por el contrario, Jesucristo nos entrega un mandamiento que no viene en los mandamientos del viejo testamento, y que contradice totalmente ese mandamiento, pues cuando Jesucristo le entrega los mandamientos a un joven que tenía muchas posesiones, así le dice:
"Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes, y dalo a los pobres"...
No es lo mismo que se les diga a los que viven en la miseria que no deseen nada de los que tienen muchas riquezas (como manda el mandamiento del viejo testamento)..., que decirles a los que tienen muchas riquezas que repartan todo lo que tienen entre los pobres (como dice el mandamiento de Jesucristo): "Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes, y dalo a los pobres"...
Como hemos visto, ésta es una de las grandes diferencias que hay entre los mandamientos del viejo testamento y los mandamientos del Evangelio.
Cada hombre debe repartir con igualdad todo lo que tiene con sus prójimos para que todos vivan con más alegría y nadie se haga más grande que nadie y para que nadie viva a costa de la esclavitud de los demás..., para que así se cumpla lo que nos dice el mandamiento: "Amarás a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo".
¿Cómo voy a amar a mi prójimo como a mí mismo si yo no reparto con él todo lo que tengo para que él viva como yo vivo?... Si mi prójimo es como si fuera yo mismo, mi prójimo debe disfrutar de la libertad que yo disfruto, del respeto que a mí se me tiene..., y también debe gozar de todo lo que yo quiero gozar.
Si yo debo amar a mi prójimo como a mí mismo, entonces no lo puedo tener como un esclavo. Así que el mandamiento del viejo testamento sobre tener esclavos y lo de no desear nada de lo que tienen los ricos contradice lo que Jesucristo nos manda en estos dos mandamientos de la Ley de Jesucristo:
"Amarás a tu prójimo como a ti mismo" y "Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes, y dalo a los pobres" (Mateo 19:16-22).
En conclusión, que el mandamiento del viejo testamento que manda a los pobres que viven en la miseria que no deseen nada de lo que tienen los ricos, es un mandamiento muy beneficioso para los hombres codiciosos que siempre quieren tener más que los demás y que quieren dominar sobre los demás.
Y en cuanto a eso de querer dominar sobre los demás queriéndolos tener como esclavos, Jesucristo también nos entrega una preciosa enseñanza que así nos dice:
"Jesús los llamó y les dijo: "Sabéis que los jefes de las naciones las tiranizan y que los grandes las oprimen con su poderío. Entre vosotros no debe ser así, sino que si alguno de vosotros quiere ser grande, que sea vuestro servidor; y el que de vosotros quiera ser el primero, que sea el servidor de todos; de la misma manera que el hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y dar su vida en redención de muchos". (Mateo 20:25-28)