Los ilustrados, en general, censuraron la intolerancia en materia de fe, las formas religiosas tradicionales y el supuesto “Dios castigador” de la Biblia, que brotaba de la teología pseudocristiana, y finalmente rechazaron toda creencia que no estuviera fundamentada en una concepción antropocéntrica y naturalista de la religión. Estos planteamientos, relacionados íntimamente con las aspiraciones de una burguesía ascendente, penetraron en otras capas sociales potenciando un ánimo receloso hacia el sistema económico, social, político y religioso establecido, que culminó en la Revolución francesa. También, parece que la criteriología de la Ilustración dio pábulo al desarrollo de la denominada “Alta crítica” de la Biblia.