Ah sì.
Mi amiga me dijo:
-¿vamos hasta arriba?
Le dije que subir montañas era pesado para mì por la gordura y por las rodillas. Camino muchìsimo pero no en montaña.
Me señalò un grupo de personas que en caravana iban subiendo y me dijo:
-Pero si es ahì nomàs!
Como buen estùpido me dejé engañar. Cuando ya estaba cansado y casi por llorar me alegré pensando que habìamos llegado y me dice:
-No, aquì venden bebidas, falta aùn.
Me compré un litro y medio de Kvas, que es la bebida tradicional de los rusos. Y me durò unos cinco minutos en realidad; ya me faltaba el aliento y hacìa calor.
La segunda vez que me vino ganas de llorar fué en otro descanso pero faltaba aun. La alternativa de volverme me entusiasmaba pero me dice:
-Falta poquito.
Esa fue la segunda vez que me dejé engañar y me doliò cuando me di cuenta que no era cierto. Me faltaba el aire y estaba todo sudado porque el sol golpeaba fuerte. Tenìa la nuca ya colorada del sol y la pelada roja como un tomate porque no llevé sombrero.
Cuando llegamos a la cima ni me alegrè y saqué las fotos un poco por obligaciòn, pero estaba enojado y encima se burlaba de mì: eso me doliò aun màs. Hasta el dìa de hoy se acuerda y lo usa como motivo de burla; yo me siento mal pero ella se rie.
La bajada fue màs fàcil por supuesto y me compré otro litro màs de Kvas. Lo enfriaban en un hilo de agua que bajaba de la montaña entre las piedras y estaba exquisito.
Te saludo.