Odio a los perros con toda el alma. Los odio tanto como a los policías, los abogados y los curas.
Entre otras cosas, los odio porque se parecen demasiado a sus dueños.
Por eso mismo, también odio a la gente que ama a los perros, porque apestan a perro. Huelen a las hormonas del maldito perro que acarician siempre. Huelen a caca de perro (pero no lo saben). Mis dos divorcios han sido por culpa de los malditos perros.

En cambio, amo a los gatos. Los admiro cuando son intocables. Los adoro cuando son cercanos.
Creo que soy igual a ellos.