Hoy en día, le damos a una tecla del ordenador y podemos ver la tierra desde el espacio, podemos ver cómo se mueven las borrascas, conocemos lo que hay entre los planetas e incluso sabemos que hay galaxias más allá de la nuestra. Si nos ponemos en la piel de un hombre del siglo XVI se nos hace muy cuesta arriba contestar a algunas preguntas que le hacían a Galileo.

¿Si la tierra viaja a la velocidad tan increíble, cómo es que no sentimos el viento en la cara? (No vale que la atmósfera viaja con nosotros, eso antes no se sabía) ¿Cómo es que los pájaros no desaparecen y se quedan atrás? (ídem) ¿Cómo es que las cosas caen en línea recta y no caen alejadas del sitio desde el que se tiran? y lo que es más importante...¿Por qué no salimos despedidos de la tierra por culpa de la fuerza centrífuga?

El problema de Galileo es que desoyó las indicaciones de Kepler que le animaba a hacer una demostración matemática de las teorías copernicanas y olvidar las explicaciones filosóficas o religiosas, dando a sus estudios una fórmula inequívoca que no pudiese ser refutable.
Un matemático muy famoso en la época (Tycho Brahe) llama a Kepler y le plantea la imposibilidad matemática de sostener lo que proponen los copernicanos (Galileo lo és), es decir, un modelo matemático que soportase las órbitas circulares perfectas. Kepler lo acepta y tras largos años de estudio (observando a Marte) puede demostrar lo que Tycho le planteaba: ¡Las órbitas planetarias no podían ser circulares y eran sin ningún género de dudas ELÍPTICAS! y los defensores de Copérnico están todos equivocados.


Cuando se le plantea esto a Galileo en su famoso Juicio y dado que andaba algo enfrentado a Kepler, este niega que conociera los estudios sobre las órbitas elípticas y solucionaba el problema de la alteración orbital de los planetas, añadiento órbitas concéntricas para ajustar el movimiento celeste a sus idea y no lo contrario...¡¡CRASO ERROR!!

Recuerdo que todo el planteamiento sigue dándose entre religiosos. Aún no han aparecido los ateos militantes que defenderán a Galileo siglos más tarde. Digamos que había unos monjes sabios que se enfrentaban a otros clérigos sabios también. Unos católicos, otros luteranos, otros ortodoxos, pero todos CREÍAN EN DIOS como fuerza que impulsaba el universo.