Sip, sip..., mejor al rincón. Hay uno especial.
Y hablando de eso..., me acuerdo de la señorita Anita, maestra de mis primeros años de colegio primario (como diría Hinojosa "¡Oh, tempore!¡Oh, mores!"), que cuando uno se portaba mal o no estudiaba "la lección", lo mandaba "al rincón", lugar por el que, aclaro, no pasé nunca.
Tenía sus crueldades la señorita Anita, un día para el Dia del Maestro le regalamos un "puntero" muy bonito, lo hizo mierda contra un banco en un arranque de furia tres o cuatro días después. Y se puso a llorar, claro. Ya había pasado casi la edad de de merecer, y recién de veterana se había puesto de novia, pero mirado así, desde la distancia de los años, me parece que no recibía lo que necesitaba. Aunque, claro, en aquellas épocas no se daban esa clase de "adelantos a cuenta", y la tipa debió calmarse después de casarse, creo. Sí, se casó, ahora me acuerdo, y tuvo mellizos. Espero que no los haya mandado al rincón, o peor, les haya roto una silla en la cabeza.