El ser humano tiene sus sentidos y con ellos conoce el mundo; nada humano es desconocido a otro ser humano. Al poseer iguales sentidos, nada difiere de un humano a otro. Todo cambio y progreso humano que se logrò, fue y es debido a la interpretación de la realidad que nuestros sentidos nos presentan; esa interpretación es gracias a la capacidad de abstracción que nuestra mente posee.
Los intelectuales, tanto individuales como públicos, estudian y reflexionan sobre la realidad para entenderla.
Cosas obvias que nuestros sentidos nos presentan, no son tan "obvias" cuando se reflexiona con el ànimo de entender la realidad. Pero se debe reflexionar con sentido crìtico, es decir, dudando y analizando como sería lo perfecto o lo real.
Pasolini ponìa en evidencia, por ejemplo, como las clases subordinadas, esas que una vez constituìan el proletario en Italia, se beneficiaron del desarrollo económico del país saliendo de la pobreza y de la ignorancia pero quedaron, sustancialmente, afuera de una real participación en la vida pública por estar aun sin los instrumentos culturales para comprender la realidad social en la cual vivìan.
Cualquier explicación de un fenómeno o un evento que se limite a comentar lo que los sentidos “sienten”, està privada de interés de parte de quien escucha porque se están diciendo cosas sumamente elementales para la mente humana; básicas. Pasan de lo trivial a "lugar comùn"; limitan el conocimiento a la edad de piedra.
Decir que Dios no existe porque no lo veo, es ingenuo; decir que no existe porque no lo escucho es màs que infantil. No tiene atractivo para nuestra mente que està deseosa de nuevas informaciones, nuevas posibilidades, etc. Si quedamos sòlo con lo que nuestros sentidos nos indican, no generaremos nuevos instrumentos culturales para poder avanzar y salir del estado de alejamiento de la realidad “real” en que nos encontramos.