Un jueves de estos, hace dos semanas, creo, venía para mi casa a eso de las 9 de la noche y decidí pasar a un bar cercano a tomarme unas cervezas y mirar el final del partido de fútbol que ese día se disputaba. En el bar no había mucha gente: unas cuantas personas en la barra y una mesa con unas seis personas; me extrañó ver un vehículo SUV sumamente lujoso en la zona de parking, pero más me extrañó que la gente de la mesa era desconocida por mi y por el resto de gente que estaba en la barra, incluso por el personal que atendía el bar en ese momento.
Ya sentado y con "refresco" en mano pude percatarme mejor de la situación. Eran tres hombres y dos mujeres. Las mujeres eran sumamente llamativas: lindas caras, bellos cuerpos y ropa sensual; una, la más atractiva, parecía ser la pareja de uno de los que estaba en la mesa, que a la vez parecía ser el que pagaría la cuenta; la otra con el otro tipo y el tercero que no consumía nada y constantemente salía e iba a vigilar, o qué sé yo, el vehículo.
En la mesa habían varias botellas consumidas de Jägermeister y no sé cuántas Heineken. Los tipos eran de contextura fornida. El tercero, que constantemente salía, me despertó la primera sospecha. Lo otra sospecha me vino por lo poco común de una mesa servida con tal cantidad de licor, hice un cálculo y me pareció que la cuenta ascendía a unos 200.000 colones, US$ 400 aproximadamente. Eso acá es muchísimo dinero-licor. Por ejemplo, el precio promedio de la cerveza servida en un bar es de US 2.00 y la botella de Jägermeister puede andar por los US$ 50.00
Ante tal situación deduje que hasta cierto punto era peligroso estar ahí y decidí irme a mi casa incluso sin terminar mi "refresco"; su dudosa procedencia me generó desconfianza y más aún ver al tipo que parecía ser el que mandaba, sacar un rollo enorme de billetes y pagar como si la cosa no fuera con él.
El domingo por la tarde anuncian en las noticias locales, y minutos después en las internacionales, que fue capturado en Colombia Alejandro Jiménez alias "el palidejo" buscado por la interpol por lavado de dinero en Costa Rica, narcotráfico en Nicaragua y nada más y nada menos que el asesinato de Facundo Cabral en Guatemala. Damas y Caballeros no se pueden imaginar el desconcierto que se apoderó de mí al ver a ese mismísimo hombre que pagó la cuenta días atrás en la televisión esposado y custodiado por las autoridades colombianas.
Ese individuo es un verdadero hijo de la luz: asesino, traficante, defraudador, descarado…
Verlo capturado me consuela, sin embargo saber que estuve en el mismo salón que él hace unos días y darme cuenta que aunque hubiese sabido quien era no habría podido denunciarlo me hace sentir como con las manos atadas. Es lamentable que esta Latinoamérica (¿este mundo acaso?) cada día se llene más y más de hijos de la luz.
Mi pena es sencilla y nada misteriosa y, como tu alegría, por cualquier cosa estalla.