Cada vez que los seres vivientes le dan gloria, honra y gracias al que está sentado en el trono, al que vive para siempre jamás, los 24 ancianos caen delante del que está sentado en el trono y adoran al que vive para siempre jamás. Arrojando sus coronas delante del trono, dicen: Jehová nuestro Dios, tú mereces recibir la gloria, la honra y el poder, porque tú creaste todas las cosas, y por tu voluntad llegaron a existir y fueron creadas.

Después de esto vi una gran muchedumbre que ningún hombre podía contar. Eran de todas las naciones, tribus, pueblos y lenguas, y estaban de pie delante del trono y delante del Cordero. Iban vestidos con túnicas largas blancas y llevaban hojas de palmera en las manos. Y estaban gritando con voz fuerte: ¡La salvación se la debemos a nuestro Dios, que está sentado en el trono, y al Cordero!.