El hombre inteligente suele ser feliz, lo cual no implica que esté en un estado de conformismo frente a la desgracia ajena.
El de mal fondo que por serlo es envidioso, rencoroso y egoista, es el que permanece en estado de continua infelicidad. Cree que el daño ajeno va a venir a paliar su escasez de recuros mentales. De hecho dejan de lado la búsqueda de la felicidad propia distraidos en la consecución del daño al ser envidiado como aspiración vital.
La inteligencia es sinónimo de felicidad y preocupación. La ignorancia también lleva a un estado de cierta felicidad simple y sin preocupaciones. Los malos sentimientos son reflejo de la propia pobreza interior de quienes así los manifiestas.
Un saludo