7.8.3.- Una maravillosa sorpresa

Con Gilberto asistimos a diversos bares, lo escuchaban cantar y le ofrecían clases de canto, asegurándole que podría ser un buen cantante profesional, tal vez como Jorge Negrete, pero él nunca aceptó. No sé donde conoció a un Representante Artístico: un anciano vivaracho y muy simpático que conocía mucha gente en Televicentro. Aunque solo recuerdo haber estado una vez en una entrevista que le hicieron a un representado, fue algo nuevo, llegamos, nos saludaron y nos pasaron a una sala donde nos peinaron y nos maquillaron, una preparación muy emocionante para una efímera presentación. En este ambiente, descubrí que había muchos maricones e incipientes prostitutas que ofrecían hacerte lo que quisieras por la más leve esperanza de verse en pantalla. En una ocasión, este señor a quien sólo llamaré Oscar, nos invitó a su fiesta de cumpleaños. Que a la sazón deberían ser más de 70, llegamos a su departamento y nos presentamos todos, uno a uno, con la finalidad de fraternizar dijeron, algunos cantaban, otros actuaban y en lo mejor de esta fiesta, me dí cuenta que mi artista más querida y admirada – Libertad Lamarque - se dirigía a mí, me dijo “Paco, tú ¿Qué nos vas a ofrecer?”, me quedé helado, contesté “yo no sé hacer nada” pero Oscar se adelantó y le dijo “Paco escribe poesías de amor, nos puede leer una o dos” y queriendo y no, me vi rodeado de gente que me animaba a hacerlo. Oscar tenía mi libreta y me la proporcionó, leí una que se llamaba “La carretera” que según recuerdo era un revoltijo nostálgico de una despedida a una novia, desde Apatzingán, hasta Morelia, me aplaudieron, pero no pude evitar sentirme avergonzado. Sin embargo, leer una de mis primeras poesías ante una artista tan grande como Libertad Lamarque fue un privilegio que nunca olvidaré.