Esta patente paranoia: Ansiedad y asedio mental en Jonestown

El miedo nos hace perder la perspectiva. Te lleva a cometer muchos errores. Hay círculos cristianos que viven en constante paranoia. Se sienten asediados por un mundo que les resulta hostil. Todo les parecen atentados contra la libertad de expresión. Perciben cualquier gesto como amenaza. Todo son conspiraciones y tramas ocultas. Se ven rodeados de enemigos, que les tienen en el punto de mira. Su afán de protagonismo hace que busquen la oposición que haga evidente su persecución, hasta el punto de escenificar ataques con el único objeto de llamar la atención. Jonestown es un claro ejemplo de a dónde te puede llevar la paranoia.

Toda iglesia tiene miembros que han salido con quejas. Suelen ser individuos o familias que se han marchado disgustados, como ocurría en el Templo del Pueblo. Algunos se habían cansado de la paranoia de Jones, otros estaban indignados por el fraude de la manipulación de sus milagros. Varios se habían asustado por la escalada de violencia en la disciplina en la iglesia, pero la mayoría estaban resentidos por haber entregado sus propiedades a un individuo que como su hijo dice, no era más que un espejo en el que cada uno proyectaba lo que buscaba en la vida, fueran un padre, un amante o un simple modelo a seguir.

Muchos callaban, sea por miedo a las represalias, o al escepticismo de aquellos que no iban a creer sus historias. El artículo de la revista New West en el verano del 77 cambió todas las cosas. El Templo negó todo en varios comunicados de prensa, pero la realidad es que Jones había tenido que dejar el país antes de lo que pensaba y los dos principales diarios de San Francisco iban a seguir la investigación de New West. Muchos antiguos miembros se encontraron de nuevo por medio del matrimonio que había denunciado el Templo al Departamento del Tesoro por contrabando de armas con pasaportes falsos, los Mertle. Se formó entonces un grupo que atendía al nombre de Parientes o Familiares Preocupados.

Elmer y Deanne Mertle fueron de los primeros miembros en dejar el Templo. Llegaron a ser parte de la iglesia en 1969. Ella se encargaba de las publicaciones y él era el fotógrafo oficial del Templo. Lo dejaron en 1974 con sus cinco hijos, después de que su hija fuera golpeada con una paleta por una infracción menor. Al salir cambiaron oficialmente su nombre a Mills, ya que habían dado derechos legales a Jones. Ella publicó entonces sus memorias de “Seis años con Dios: La vida dentro del Templo del Pueblo del Rev. Jim Jones” y estableció un centro en Berkeley para la “desprogramación” –el polémico tratamiento de terapia conductista en los años 80, que implicaba el secuestro de miembros adultos de sectas, previo pago de los familiares a supuestos especialistas–.

Los Mertle convencieron al representante del partido demócrata Leo Ryan a ir a Jonestown, donde fue asesinado en el aeródromo de Port Kaituma por miembros del Templo del Pueblo. Un año después aparecieron muertos en su casa, junto a su hija de 15 años. Un hijo de 17 que estaba en casa, Eddie, no sufrió daño alguno, pero sus padres y su hermana Daphene fueron asesinados en 1980, limpiamente, como en una ejecución. La entrada no había sido forzada y no había señales de robo. El hijo dice que no oyó nada, pero había residuos de los disparos en sus manos. Eddie fue arrestado al venir de Japón en 2005, pero fue liberado por falta de pruebas y volvió a este país, donde vive con su esposa y dos hijos. Muchos siguen sospechando que el Templo del Pueblo estaba detrás de los crímenes.