Cuando una empresa, por grande que sea, quiebra, o precisamente por ello, por grande y significativa, se acude a esto de afirmar que el capitalismo no funciona y al mismo tiempo y como antecedente se argumenta, plantea como reforzando la idea, detalles de que quebró porque invirtió en instrumentos exageradamente riesgosos, etc, ese no es un argumento contra el capitalismo, es a favor del capitalismo. Si de veras hablamos de sistema, pues vemos que el sistema no toleró que continuase viviendo en él una entidad inviable. Del mismo modo que en la naturaleza la muerte diaria de miles y miles de animales es interpretada y apreciada como parte de su equilibrio y repugnaría ver por allí zombis de bestias seguir moviéndose con un trozo menos de cabeza, con el pecho abierto y sin pulmones, etc, en cuyo caso diríamos "la naturaleza está intrínsecamente podrida". Las más ciertas objeciones contra el capitalismo las más de las veces no provienen del entorno populista o pro estatal, sino que del seno del propio cuerpo doctrinario-económico, y son de un carácter más técnico y preciso.