Cita:
La redención de los pecados:
Se repite maquinalmente que Jesucristo vino al mundo a "redimir los pecados de los hombres". El antiguo y el Nuevo Testamento demuestran que solo se proponía redimir "a los judíos" de las 12 tribus. Los pecados de los judíos es lo único que interesaba a Dios y a Jesucristo.
La condenación eterna de los extranjeros infieles es el "leit motiv" de la dulce religión cristiana. El Deuteronomio en el Cap. VII dice: "Cuando el señor Dios te introdujere en la tierra en que vas a entrar para poseerla y destruyere muchas gentes delante de ti, al Heteo, al Gergezeo, al Amorreo, al Cananeo, al Pherezeo, al Heveo, y al Jubeseo, siete naciones más numerosas que tú eres, y más robustas que tú y te las entregare, las pasaras a cuchillo, sin dejar uno solo (como hizo Franco en Badajoz). No harás alianzas con ellas, ni tendrás compasión de ellas. No contraerás matrimonio con ellos, ni darás a tu hija a sus hijos, ni tomaras a su hija para el tuyo. Antes bien los trataras así: derribad sus altares y quebrad sus estatuas y talad sus bosques y quemad sus esculturas. Porque tú eres un pueblo consagrado al Señor Dios tuyo. El señor Dios tuyo te escogió para que seas un pueblo peculiar entre todos los pueblos. No habrá entre vosotros estériles en ambos sexos, tanto en los hombres como en sus ganados. El Señor desterrara de ti toda dolencia y aquellas enfermedades pésimas de Egipto no las enviará a ti, sino a todos tus enemigos. Y además de esto enviara el señor Dios moscardones contra ellos hasta destruir y acabar con todos los que hayan huido de ti o podido esconderse. El mismo acabara a estas naciones a tu vista, poco a poco y por partes (Franco ametralló a los prisioneros). No los podrás destruir a todos al mismo tiempo, no sea como que se multipliquen contra ti las fieras de la tierra".
El Dios que dictaba a Moisés estas disposiciones no era fiera.
¿De qué palabras de Jesús se deduce cuando habla de los hombres se refiere a todos y no exclusivamente a los judíos? Israel era una pequeña nación, en un pequeño territorio, y no encerraba seguramente, ni el 1% de la población del mundo, pero es lo único que interesaba a Dios y a Jesús.
Jesucristo no quería convertir a los gentiles: los condena al infierno, sin vacilaciones, sin juicio y sin apelación. Los nombres de los infieles no aparecen en el Libro de La Vida que se exhibirá el día del juicio final, y no serán juzgados, serán arrojados directamente con Satanás, el Anticristo y Nerón al estanque de azufre encendido.
Me pregunto a menudo: ¿cómo pueden los católicos creer en tantas pamplinas? Hay que tener un criterio más amplio, más humano y más sincero, y por eso no es posible aceptar que el Papa León XII hace 50 años exigiera a la clase proletaria la suspensión de sus reivindicaciones en espera de las recompensas celestiales.