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¿Como olvidarse de las protestas contra Mubarak en Egipto?
El odiado dictador por más de treinta años, era acosado en las calles por millares de manifestantes. No hubo periodista progre que no haya derramado un par de lágrimas, escribiendo poemas en homenaje a la plaza Tahir
En sus cabecitas la cosa era fácil:
Mubarak es malo.
Protestas son buenas.
Hermandad Musulmana es mejor que Mubarak.
Los ingredientes estaban en orden, el pastel tenía que salir óptimo. Sin embargo...
Mubarak no era santo de mi devoción. Un dictador es un dictador y punto.
Pero los “progres” sabían que la Hermandad Musulmana, representaba todo aquello que la inteligencia detesta. Los medios de prensa que toleraban la hermandad, sabían cual era la posición de no separar el Estado de la religión, que las mujeres son bichos, que se pasarían por el traste el respeto a otras religiones, conocían los atentados terroristas cometidos por ellos.
Ellos sabían que estaban ayudando a cambiar un Egipto autocrático, por otro sometido a los preceptos de la Sharia.
Con respecto a la incompetencia del gobierno de Mursi, atolado en corrupción, la inseguridad, el hambre, la falta de energía, podría llenar esta página con atropellos cometidos contra las mujeres, contra las minorías religiosas y étnicas, ¿qué dicen ahora? ¿Y sobre las manifestaciones y los muertos?
No he leído a ninguno de ellos protestar contra el nombramiento del tristemente famoso al-Khayat como gobernador de Luxor, una de las ciudades más hermosas y turísticas de Egipto. El mismo que en el 97 desparramó tripas y sesos de 60 turistas extranjeros
Hay una gran diferencia entre Mursi y Mubarak. El primero fue elegido por el voto ciudadano, ¿pero será que la legitimidad democrática, absuelve cualquier gobernante de sus arremetidas totalitarias?
No estoy tratando de defender el golpe militar. Por el contrario. Como tampoco defiendo a Mursi, o Mubarak. La política no es una lucha permanente entre el bien y el mal. Muchísimas veces –ejemplos sobran- la lucha es entre dos males igualmente perversos.
Al ver a Egipto a un paso de una nueva guerra civil, recuerdo una maquiavélica opinión de Kissinger sobre la guerra Irán-Irak:
“Una pena que no puedan perder los dos”.
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