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KIMO
En las escrituras hebreas
(Salmo 83:18) Que la gente sepa que tu nombre es Jehová,
que solo tú eres el Altísimo sobre toda la tierra.
(Isaías 42:8) Yo soy Jehová. Ese es mi nombre;
(Isaías 54:5) “Y es que tu Gran Creador es como tu esposo
—su nombre es Jehová de los ejércitos—
(Juan 12:28) Padre, glorifica tu nombre”.
Entonces del cielo salió una voz que dijo:
“Lo he glorificado y lo volveré a glorificar”.
En los días de Jesús y sus apóstoles,
las traducciones al griego de las Escrituras Hebreas también contenían el Tetragrámaton.
Durante siglos, los expertos pensaron que el Tetragrámaton
no aparecía en los manuscritos de la Septuaginta,
una traducción al griego de las Escrituras Hebreas.
Pero a mediados del siglo veinte se descubrieron unos fragmentos muy antiguos de la Septuaginta
que existía en los días de Jesús.
Dichos fragmentos contienen el nombre de Dios en letras hebreas.
Así que en la época de Jesús sí aparecía el nombre divino en las traducciones al griego de las Escrituras.
Ahora bien, los principales manuscritos de la Septuaginta —como el Códice vaticano o el Códice sinaítico—,
que son del siglo cuarto, no incluyen el nombre de Dios
en los libros bíblicos de Génesis a Malaquías (donde sí aparecía en manuscritos anteriores).
Por eso no es de extrañar que en los manuscritos de esa época
el nombre de Dios tampoco aparezca en el llamado Nuevo Testamento,
la parte de la Biblia que se escribió en griego.
Las mismas Escrituras Griegas Cristianas revelan que a menudo Jesús
hizo referencia al nombre de Dios y que lo dio a conocer.
Jesús dijo en una oración a su Padre:
“Les he dado a conocer tu nombre a quienes me diste del mundo”.
Y añadió:
“Les he dado a conocer tu nombre, y seguiré dándolo a conocer” (Juan 17:6, 11, 12, 26).