La inversión de la maldad
http://fc06.deviantart.net/fs45/f/20...by_shlomit.jpg
La maldad tal vez sea uno de los problemas más difíciles de entender y resolver y, a la vez, más cerradamente ocultos. Estoy convencido de que no podemos separar el problema del mal de la cuestión del bien. A menudo, cuando paso revista de los conflictos que soporta la civilización, suelo preguntarme por qué existe tanto mal en el mundo. Resulta curioso que no me suela preguntar el posible giro dialéctico del tema: ¿Por qué creo yo que existe el bien en el mundo?
Claro está, tengo la creencia de que el nuestro es un mundo naturalmente bueno que, de algún modo, hubiera sido contaminado por el mal. Sin embargo, si nos atenemos a las leyes de la naturaleza, el mal resulta más fácil de explicar que el bien porque ya desde la física observamos que las cosas se deterioran en la maldad entrópica. Desde esta perspectiva, la bondad resultaría bastante más misteriosa que la propia maldad. Reflexionando seriamente quizás tendríamos que cambiar tales creencias y admitir que el nuestro es un mundo eminentemente malo que, por alguna causación hubiera sido contaminado misteriosamente por el bien.
Recuerdo que Woody Allen dijo alguna vez que el mal no era otra cosa que el bien hecho en exceso. Asumiendo algo de verdad en esta frase se podría afirmar que el principal defecto del mal no es pues el acto de maldad en sí, sino la nuestra negativa a reconocerlo.
Por lo general, el imaginario que construimos de la maldad se corporiza en criminales y delincuentes, personajes estos a los que se les puede atribuir algún tipo de psicopatía que va desde la simple locura, la impulsividad, pasando por la agresividad y la falta de conciencia moral, en grados y severidades de todos los colores. Sin embargo, creo que deberíamos establecer una distinción entre las personas malvadas y los delincuentes habituales así como deberíamos diferenciar entre las malas acciones y la maldad como un rasgo de la personalidad.
Haber, haber, trato de explicarme: el hecho de que una persona cometa malas acciones no significa que se trate de una persona malvada. Todos nosotros realizamos malas acciones sin que ello signifique necesariamente que seamos malvados. Algunos, delincuentes o criminales, suelen hacerlo con un nivel de severidad, agresividad e impulsividad que supera el estándar aceptable, siendo por ello, condenados al encierro carcelario. Entonces, si la ilegalidad de una acción y la magnitud de las malas acciones no se constituyen en un elemento concluyente de maldad, el rasgo distintivo de la maldad debería ser otro. La respuesta deberíamos buscarla en la perseverancia de esos actos y más aún, las personas malvadas serían aquellas que se niegan totalmente a admitir sus propios actos de maldad.
Un sujeto sumido en la maldad a la que me refiero debería sentirse tan intachable y pulcro que resultaría inevitable que atribuya cualquier problema que aparezca al mundo que lo circunda. Al negarse la maldad este tipo de personas deberían proyectarla sobre el mundo y percibir que los malos son los demás y jamás ver su propia maldad. Bajo esta conceptción, la persona malvada se ufana de atacar a los demás en lugar de hacer frente a sus propios defectos. Así, la destructividad potencial de estas personas malvadas radicaría precisamente en su intento de destruir el mal.
La ignorancia del psicópatas lo lleva a cometer horrorosos crímenes temerariamente pero su inconsciencia lo hace despreocuparse de casi todo, incluyendo su propia criminalidad, de su maldad. Esto no ocurre en el caso de las personas “realmente” malvadas. Estas personas están totalmente consagradas a alimentar su imagen de perfección de bien y refuerzan su reputación y su pureza moral en cada acto. Son ordenados, se visten bien, son puntuales, saludan al vecino, pagan sus impuestos, actúan con “urbanidad”: parecen vivir hacia afuera una vida irreprochable. Pero esa supuesta bondad que aparentan no es más que eso: una apariencia, una mentira.
Con esto creo que llegamos a una interesante paradoja. La gente malvada que trato de describir se cree perfecta aunque en lo profundo de sí, tiene cierta conciencia de su propia maldad, sensación esta de la que intentan huir desesperadamente. Por lo tanto, el componente fundamental de la maldad no consiste tanto en la ausencia de la sensación de pecado o imperfección sino en su incapacidad absoluta de tolerar esa sensación.
Las personas realmente malvadas (a diferencia del psicópata) están permanentemente obsesionadas por esconder su maldad bajo la alfombra de su conciencia. Su problema no radica pues en una falta de conciencia moral sino en su empeño en negarla. En ese sentido, es el mismo intento de huir de nosotros el que nos transforma en personas malvadas. La perversidad de la maldad no es pues una acción directa orientada al mal, sino la consecuencia indirecta de un proceso de ocultamiento. El mal no se origina en la ausencia completa de culpa sino en nuestros esfuerzos por huir de ella. El único sufrimiento que no puede tolerar un ser realmente malvado es el que procede de su propia conciencia, el dolor de reconocer sus actos maliciosos y sus imperfecciones. Por eso, una persona malvada considera a la auto-observación como una especie de suicidio y por lo que elige negarse a sí, invirtiendo el invertir el orden del mal.
http://spe.fotolog.com/photo/14/43/7...60103176_f.jpg
Fuente: Basado en textos e ideas expresadas en el excelente libro: Encuentro con la sombra: El poder del lado oscuro de la naturaleza humana, Jeremiah Abrams y Connie Zweig (Editores)
http://humanismoyconectividad.wordpr...-de-la-maldad/