La turba llegò al hogar de Lucas Garcìa exigiendo que le fuesen entregados los "comunistas", y, ante la resistencia de èste —quien no titubeò un instante en defender a sus huèspedes— la multitud decidiò destruir la puerta a hachazos, entrando precipitadamente a la casa. Aùn en esas condiciones Lucas continuò luchando enconadamente para evitar que los jòvenes fuesen lastimados, pero cayò herido mortalmente por el golpe de una pala, siendo el primero en caer masacrado. Minutos despuès caìan Jesùs y Ramòn, recibiendo una andanada de golpes de machete, de hacha, y varios disparos.
Acto seguido Juliàn, Miguel, Roberto y Odilo fueron atados y sacados de la casa con direcciòn al centro del pueblo, en donde sus victimarios se proponìan lincharlos. Al tiempo que eran pateados, insultados y golpeados, la gente vitoreaba a su santo patròn, a su cura, y lanzaba gritos histèricos contra el comunismo y contra la Universidad.
El cura, Enrique Meza Pèrez, por su parte, declarò que no presenciò los hechos dado que se encontraba enfermo. Empero, se sospecha que èl fue uno de los principales instigadores del linchamiento, dado que se caracterizaba por ser
un hombre imbuìdo de anticomunismo y de fanatismo religioso. Acaso no se enterò —aunque estuviera convaleciente— que se utilizaban las campanas de la Iglesia para congregar a la multitud?
Odilòn cayò muerto, despuès que alguien le disparara a quemarropa en el rostro.
Los linchadores, creyendo que Juliàn y Roberto ya habìan fallecido, los abandonaron, no sin antes pretender rematarlos. Sòlo les faltaba eliminar a Miguel, quien se salvò milagrosamente porque, en los instantes en que se arrojaban sobre èl para matarlo, llegò el ejèrcito, la policìa, y la Cruz Roja, a quienes llamò el ùnico vecino de Canoa que contaba con telèfono, el cual, por cierto, tambièn fue herido por alguno de sus coterràneos, seguramente al ser sorprendido pidiendo auxilio a la fuerza pùblica.
El saldo de esa noche fatìdica fueron cuatro muertos.
Cuarenta años después, habla una de las sobrevivientes:
Alberta García Arce lleva en su edad (40 años) el conteo de aquel suceso en que sus propios vecinos mataron a su padre por defender a cinco jóvenes. Según lo que le describió su madre -María Tomasa Domínguez Arce García- un día como, hoy 14 de septiembre -pero de 1968- ocurrió el episodio más sangriento del pueblo, incitado por el cura, Enrique Meza Pérez.
"Él mandaba sobre la gente, él decidía todo, porque los pobladores de ese tiempo eran muy cerrados y sólo escuchaban la voz del padre"-, dice.
"Se quieren robar la imagen del Arcángel San Miguel de la iglesia unos estudiantes comunistas, eso fue lo que prendió a la población"-, narra
-Mientras mi padre (Lucas) forcejeaba con los vecinos para defender a los jóvenes, mi madre nos sacó a mis tres hermanos y a mí: a Pascual de 6 años, a Arturo de 4 años, a Silvia de 2 años y a mí de 7 meses.
-Nos metió por una zanja de drenaje, que tenía un metro de altura, para llevarnos hasta la barranca que está atrás de la iglesia, por donde logramos escapar, porque en ese momento la gente estaba muy enfurecida y tal vez nos hubieran matado también a nosotros.[/I]
Fuente: Gaceta Històrica de la BUAP.
--------------------------------------------------------
Cualquier semejanza con el accionar de los trogloditas ultraderechistas que deambulan por èste espacio, no es mera coincidencia. Està citado con toda intención.
Pero desde luego que nò importa. Verdad?. Fue “hace muuuucho”.
“….aterrados ante lo que no entienden optan por destruirlo.”