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Me han preguntado porqué escribo tanto sobre empresas.
Primero porque es una temática que me gusta. Segundo, porque aquel que lee y no consigue encontrar una segunda lectura, un paralelismo entre el texto y aconteceres cotidianos, familiares, o hasta del foro, no es a quien dirijo mis letritas.
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En todas las empresas, existen tres tipos de funcionarios: el bueno, el malo, y el buenito.
Días más, días menos, el malo va para afuera, o es aislado en un rincón oscuro de la empresa. El bueno será mantenido, y recibirá apoyo por su empeño en hacer crecer la empresa. El buenito en cambio, quedará ahí…flotando en el limbo, sin la menor posibilidad de despegar.
Su defecto: No tiene perfil. No tiene el menor espíritu de lideranza. No hace diferencia alguna. A pesar de ser simpático y estimado por los colegas, pasarán los años, y seguirá siempre en el mismo lugar.
Si alguien tiene alguna duda sobre si es bueno o buenito, van las cinco características que lo diferencian del resto.
El buenito es oyente. En una reunión evita siempre dar un palpite. Está siempre haciendo con la cabeza el gesto positivo a todo.
El buenito está de acuerdo con todo, principalmente con lo que no está de acuerdo. Siempre piensa que es mejor no dar problemas planteando dudas o dando palpites, que puedan crear discusión.
El buenito no desafía a nadie. Ya que tendría que exponer su opinión, y eso es algo que él guarda bajo siete llaves. Identificarse…NUNCA.
El buenito nunca explota. Mismo estando malo como una león, él continuará con cara de maniquí de vidriera.
El buenito detesta aparecer. Aún dándose la oportunidad de matar el tigre y quedar como un héroe, el buenito prefiere quedarse sentado, a la espera que la fiera muera solita de vieja.
En el fondo, el buenito es el funcionario que todos queremos tener como colega. No hace intrigas, no le corta las patas a nadie, y está siempre dispuesto a ayudar a quien lo necesite. Es por esto, que al buenito todos lo quieren que siga tal cual es, ya que contribuye positivamente al ambiente de trabajo.
La verdad, es que el buenito está siendo víctima del egoísmo general, y todos le daríamos la razón si algún día reclamara.
Pero nunca lo va a hacer.
Porque es buenito.
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