Cita:
En el año 382, en el Sínodo Romano, por el Decreto del obispo Dámaso, se decidió qué libros se aceptaban y qué libros se rechazaban. Después, en 386, en el III Concilio de Cartago se prohíbe tener como escritura divina cualquier libro que no sea de los que allí se han escogido. La carta de Inocencio I a Exuperio (año 405) indica los libros que entran en el canon y los libros que son rechazados y condenados...: en aquel canon entraban los libros del viejo testamento que contenían todas las leyes que Jesucristo había abolido.
Estas disposiciones del imperio romano tan alejadas del respeto que se le debe a Jesucristo, las siguieron los católicos y después otras religiones. Y en estos últimos tiempos, a todas las leyes del viejo testamento las siguen llamando "mandamientos de Dios" muchas religiones llamadas "cristianas", y también otros grupos más o menos judaizantes.