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Tuve que hacer un viaje relámpago a Curitiba.
Los horarios combinaban perfecto para ir y volver en el día, ya que en Curitiba era solo encontrarme con una persona en el aeropuerto, firmar unos papeles, y volverme.
La salida de Montevideo (Uruguay) a Porto Alegre (Brasil) todo perfecto. Porto Alegre – Curitiba… 8 horas esperando para embarcar, después del horario marcado.
La situación de los aeropuertos brasileros, es muchísimo peor que lo que dicen los diagnósticos. Estaba en medio de centenares de pasajeros descontentos, humillados y maltratados.
El principal problema (si no el único) es la INFRAERO ( Empresa Brasileña de Infraestructura aeroportuaria). El Estado tomando cuenta de este medio de transporte, lo ha llevado al caos. Esta empresa, es otro de los dinosaurios alimentado por los que dicen que el Estado tiene que controlar todo. Envuelta en mil procesos por corrupción que nunca llevarán a nada, fábrica de votos, y albergue de sindicalistas zurdos que siguen empeñados en las viejas doctrinas, pero que somos los usuarios los que pagamos el pato.
Aún con la privatización de algunos aeropuertos, la IFRAERO sigue metiendo la cuchara, imponiendo su “infratortuga” burocrática.
Ah si…hay que controlar a las empresas capitalistas que ganaron las licitaciones, porque nunca se puede confiar en la iniciativa privada.
¿Cuándo se van a dar cuenta que el Estado brasilero no tiene condiciones de atender (y pésimamente) una cantidad de empresas deficitarias, que solo aumentan el valor de nuestros impuestos?
Me veía en el aeropuerto como ganado, sin ninguna información, que puerta de embarque tal, que no…que está demorado, que… ¡Cuánta falta de respeto! y sobre todo, qué falta de planificación, de políticas que prevean los cambios en la economía del país.
Ellos todavía están en la época que solo una elite viajaba por avión. Hoy se popularizó tanto, y la competencia entre las empresas de aviación es tan beneficiosa para el usuario, que hay vuelos regionales más baratos que ir de ómnibus.
Gracias al Photoshop modifiqué la foto que ilustra este escrito, pero no va a pasar mucho tiempo, en que a alguien se le escaparán las gallinas, o alguna cabra se comerá el salvavidas.
El estado ha demostrado aquí también, su incompetencia en donde esté tomando cuenta. El gran problema de Brasil no es el Capitalismo, sino la falta de él en innúmeros sectores.
El estado en algunos sectores está tan tetrapléjico, que hasta nos impide volar.
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