https://www.youtube.com/watch?v=yq0NPV_WiDg
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Pues entonces y a pesar de lo corto que es, no te lo has leído.
Aunque te vuelvas a enfadar es termoluminiscencia, y esto sólo sobre cerámicas o barros, puesto que la radiación que contienen delimitan la fecha de su último uso.
Como el Carbono 14 que tal y como lo planteas pareciese que se hace con sustancias radioactivas en vez de sobre las sustancias radiactivas que contienen los fósiles.
Todas las religiones son un fraude. Ahora bien, de todos los fraudes, el cristianismo es el más grande por ser el de mayor envergadura.
Pero más fraude es cuando los propios representantes no creen en Dios. He aquí una frase de León X en una carta dirigida al Cardenal Bembo en el siglo XVI:
" De tiempos inmemoriales, cuánto beneficio nos ha proporcionado esa fábula de Jesucristo"
En un muy apretado resumen:
1º Cierta propensión humana al pensamiento mágico.
2º Ignorancia y saber poco y mal y saber en forma insuficiente.
3º Temor
Estas tres primeras intentan explicar el “porque” del individuo y a nivel social tenemos:
1º Su asociación con el poder a poco de nacer, es decir al configurar un poder asociado al mayor imperio de esa época. De ahí en más, el cristianismo siempre se unió al poder político imperante sin distingos. (La política y sus dogmas, es prima hermana de las religiones). Esa asociación la torno muy importante en Occidente.
2º La colonización por parte de las potencias europeas que diseminó misioneros por doquier y empujó de todas formas -buenas y malas- a los nativos para adoptar esta religión. (Sucedió igual con la esclavitud, algo completamente aceptado por “la religión del amor” hasta hace muy poco):
3º La forma de adoctrinamiento y captación, desde el abuso parental desde el nacimiento (recordemos que todos los seres humanos venimos al mundo sin dioses ni dogmas y somos literalmente “arrojados a las ideas religiosas”). Luego vamos atravesando (en países de mayoría cristiana) por toda clase de presiones del entorno familiar, grupal, barrial comunal, social.
La falsa inscripción bíblica del siglo X antes de Cristo o el fundamentalismo religioso camuflado de ciencia
¡Aleluya! ¡Aleluya! ¡La arqueología ha probado que la Biblia se escribió siglos antes de lo que hasta ahora postulaban algunos incrédulos! ¡Aleluya! ¡Aleluya! ¡La ciencia ha confirmado que el bíblico Reino de Israel, el de Salomón y David, existía en el siglo X antes de Cristo (aC)! Y, cómo no podía ser menos, la noticia la han dado prestigiosos medios de comunicación. No en vano, la información procede de la Universidad de Haifa, y la nota de prensa -titulada "Descifrada la más antigua inscripción bíblica hebrea"– ha sido rebotada nada menos que por Eurekalert!, el servicio de noticias de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia (AAAS). Entiendo la entrega acrítica de The Jerusalem Post y Haaretz, pero no la de otros medios sin intereses políticos en el asunto como la revista National Geographic y el sitio ScienceDaily. Vayamos con los hechos, de los que por estar de vacaciones me enteré ayer a media tarde con días de retraso.
El arqueólogo Yosef Garfinkel, de la Universidad Hebrea de Jerusalén, desenterró en 2008 en Khirbet Qeiyafa, cerca del valle de Elah, un trozo de cerámica de 15 centímetros de altura por 16 de anchura con una incripción en tinta que dató hacia el siglo X aC, la época en la que según la tradición judía existió el bíblico Reino de Israel. El asentamiento de Khirbet Qeifaya está siendo excavado por la Universidad Hebrea de Jerusalén, cuyos expertos lo consideran un enclave fortificado de tiempos de David y lo identifican con la ciudad de Saaráin citada tres veces en la Biblia: Josué 15, 36; 1 Samuel 17, 52; y Crónicas 4, 31. Los responsables de los trabajos destacan que en la zona tuvo lugar "una de las batallas más famosas de la Historia, la batalla entre David y Goliat".
Un año después del hallazgo del fragmento de cerámica, el historiador Gershon Galil, jefe del Departamento de Estudios Bíblicos de la Universidad de Haifa, asegura haber descifrado la inscripción y que se trata del primer texto bíblico conocido: "Esto indica que el Reino de Israel ya existía en el siglo X aC, y que al menos algunos de los textos bíblicos fueron escrito cientos de años antes de lo que creían los investigadores hasta ahora". No es ninguna tontería. A excepción de ese trozo de cerámica, todas las pruebas arqueológicas conocidas apuntan a que el Reino de Israel bíblico es una ficción, a que en el siglo X aC Jerusalén era una aldea, a que Salomón y David -de existir- fueron caudillos tribales y a que el Antiguo Testamento se redactó en tiempos de Josías (639-609 aC) con fines propagandísticos, para dotar de un pasado glorioso al pueblo judío. ¿Echa un trozo de cerámica por los suelos décadas de arqueología seria? Veámoslo.
La traducción de la inscripción de Galil dice aproximadamente (entre corchetes, texto supuesto):
1 … no hagas [eso], pero adora al [Señor].
2 Juzga al es[clavo] y a la viu [da] / Juzga al huer[fano] 3 [y] al extranjero. [Re]za por el niño / reza por el po[bre y] 4 la viuda. Rehabilita [al pobre] a manos del rey.
5 Protege al po[bre y] al esclavo / [apo]ya al extranjero.
Según Galil, "este texto es una declaración social respecto a los esclavos, las viudas y los huérfanos", en la que se utilizan palabras y referencias exclusivas de la cultura hebrea. "Incluye elementos sociales similares a los encontrados en las profecías bíblicas y muy diferente de profecías escritas por otras culturas para la glorificación de los dioses y el cuidado de sus necesidades físicas", sostiene el experto, quien sostiene que la inscripción tiene un contenido equiparable al de Isaías 1, 17; Salmos 72, 3; Éxodo 23, 3 y otros fragmentos bíblicos. Eso le lleva a concluir que "resulta muy razonable sostener que en el siglo X aC, durante el reinado del rey David, hubo autores en Israel capaces de escribir textos literarios e historias complejas como las de los libros de los Jueces y Samuel".
A primera vista, no me parecía que del texto pudiera deducirse ni que el glorioso Reino de Israel existiera hace 3.000 años ni que estuviéramos ante una "inscripción bíblica hebrea"; pero yo sólo soy un periodista. Por eso, decidí ponerme en manos de expertos de mi confianza y escribí sendos mensajes de correo electrónico a Israel Finkelstein y Ze'ev Herzog, miembros del Instituto de Arqueología de la Universidad de Tel Aviv a quienes manifesté mis dudas abiertamente. Les dije que no veía nada en la traducción que probara la existencia del Reino de Israel y que tampoco entendía lo que lleva a Galil a concluir que estamos ante un texto bíblico, ya que el supuesto parecido con fragmentos del Antiguo Testamento no prueba nada porque los escribas de tiempos de Josías bien pudieron tradiciones anteriores en la línea de esta inscripción cuando redactaron la Biblia. Todo eso suponiendo que la información que había trascendido fuera cierta, claro. Y les pedí su opinión sobre el hallazgo y lo que se estaba diciendo en los medios.
Finkelstein, coautor del libro La Biblia desenterrada, fue contundente en su respuesta: "Mi interpretación del yacimiento de Khirbet Qeiyafa es muy diferente de lo que se lee en los periódicos últimamente. No creo que los hallazgos reflejen en modo alguno el Reino de Judá; no creo que ese asentamiento de la Edad de Hierro estuviera fortificado; la identidad de sus pobladores tampoco está clara; probablemente estaban sometidos a los poderosos filisteos de la cercana Gat; su nombre de tiempos bíblicos probablemente seguirá siendo un enigma (es decir, no podemos identificar la aldea con la Saaráim bíblica); el ostracon -fragmento de cerámica con texto- protocananeo es parte de un grupo de inscripciones similares que se encuentra sólo en la Sefelá -tierras bajas- y en la llanura costera del sur (nunca se ha encontrado una en Judá) y, por tanto, pertenece a ese entorno cultural. El lenguaje del ostracon está más allá de mi especialidad".
La traducción del texto
Herzog me explicó, por su parte, que "las fortificaciones en Khirbet Qeiyafa son muy probablemente del período helenístico, y la inscripción, así como parte de la cerámica, corresponde a un pequeño asentamiento de la Edad del Hierro I. No estamos ante una prueba de la existencia del Reino de David, en absoluto". Y, para que me hiciera a la idea del valor de la inscripción, me remitió al blog de Neil A. Silberman, coautor de La Biblia desenterrada, quien considera que estamos asistiendo, otra vez, al "espectáculo del fundamentalismo religioso disfrazándose de arqueología científica" y que la traducción del texto propuesta es "una fantasía que entusiasmará a los fieles y que demuestra poco más que la habilidad de Galil a la hora de hacer crucigramas". Silberman advierte de que hay otra primera"que da una mejor idea de la magnitud de la incertidumbre de la reconstrucción":
1 No hagas [¿algo malo?] y sirve a [¿nombre de persona?] 2 gobernante de [¿nombre geográfico?]… gobernante…
3 [¿nombres geográficos?]…
4 [irreconocible] y siembra el juicio sobre YsD rey de Gath…
5 seren de G[¿aza?]… [irreconocible]…
"Basta ver el dibujo [de la inscripción] que presenta Galil para darse cuenta de la extensión que alcanzan las letras dudosas o inexistentes, representadas como perfiladas. ¿Ciencia? ¿O test de Rorschach epigráfico?", se pregunta retóricamente Silberman.
¿Qué nos queda después de todo? Una inscripción de hace 3.000 años, descubierta en una aldea de la época que luego se fortificó durante el período helenístico, y que no se sabe qué dice. ¿Y la conexión con la Biblia, con David, Salomón, Goliat…? Pues la misma que la de los círculos del cereal con visitantes de otros mundos. Pero el fundamentalismo religioso y político judío necesita que el Antiguo Testamento sea históricamente cierto para justificar sus pretensiones y, como cualquier otro nacionalismo, no tiene reparos a la hora de manipular la Historia.
BUSCANDO EL ÉXODO
Durante milenios ha cautivado la imaginación de la humanidad y se consideró como una verdad revelada y, por tanto, algo innegable; sin embargo, en el siglo XIX muchos arqueólogos intentaron buscar las pruebas materiales del bíblico Éxodo. Pero a pesar de las excavaciones en Egipto, Sinaí e Israel, no pudieron encontrar nada destacable, salvo una estela erigida en tiempos del faraón Merenptah (Mineptah), hijo y sucesor de Ramsés II, en que se nombra al pueblo de Israel entre las tribus sometidas por dicho monarca hacia el 1217 a.C, por lo demás nada más que pudiera demostrar la veracidad del relato bíblico y menos aún de que el pueblo de Israel hubiera vivido cautivo en el Egipto faraónico. Por tanto, ¿se trataba sólo de una leyenda, de un mito nacionalista inventado a raíz de la formación de Israel como nación?
Lo cierto es que desde antes de la célebre dinastía XVIII había semitas en Egipto. De hecho, los invasores hicsos eran de esta etnia y es precisamente en esa época cuando los textos bíblicos sitúan la historia de José y sus hermanos. Muchos expertos creen con bastante fundamento que el Éxodo refleja la expulsión de los hicsos por el faraón Ahmosis en el 1550 a.C. Esa sería la primera teoría del Éxodo y la que dio por cierta Flavio Josefo, así como otros historiadores antiguos.
Sigmund Freud también se interesó por el tema, e imaginó a un Moisés discípulo del herético faraón Akhenatón de quien tomaría el monoteísmo pero falló, ya que la religión de Akhenatón no era realmente monoteísta, puesto que admitía la existencia de otros dioses; además Atón era una divinidad solar, carácter del que carece Yahvé. Por otra parte, Atón es representado por su hijo y semidiós en la tierra, Akhenatón, y Moisés no es hijo de Yahvé ni un semidiós. Tampoco las leyes mosaicas se parecen a las del Faraón Hereje. Por tanto, la teoría de Freud cae por su propio peso.
Por supuesto las obras y las películas que presentan la historia de Moisés carecen absolutamente de realidad histórica; la historia siempre se desarrolla bajo los reinados de Seti I y su hijo Ramsés II. Estas historias presentan la relación amistad-rivalidad entre Moisés y Ramsés. La historia de un niño depositado en el río por su madre para librarlo de la ira del faraón que había ordenado matar a todos los niños hebreos es una aberración, nunca en la historia de Egipto se dio el caso y menos en tiempos de Seti I que fue un rey muy justo.
Entonces ¿existió Moisés? ¿Es posible que el personaje más importante del Antiguo Testamento y pilar de las tres religiones monoteístas no sea más que una invención? Todos están de acuerdo en que Moisés presenta ciertas características tan llamativas que muy difícilmente podría ser una invención.