Saludos:

Pocos minutos.

Saber ubicar Italia en el mapa o recordar información no debe ni debió ser jamás el propósito de la educación. Ahora, con mayor razón, tenemos la oportunidad para darle el rumbo adecuado, puesto que las máquinas ejecutan esas tareas rutinarias, mecanizadas y repetitivas, almacenando información. El primer objetivo de la educación debe ser aprender a pensar. Personalmente y en el ámbito de mi trabajo, me ha tocado enfrascarme en algunos debates con un par de profesionales de ciertas áreas; encontrándome con que mis clientes les rendían pleitesía y concedían la razón únicamente por ser tales. Se creía que el título era razón suficiente. Los hechos los contradijeron y me la dieron a mí. ¿Por qué? Pues porque no fueron capaces de pensar por sí mismos. Y para aprender a pensar es fundamental cierta humildad, pero humildad en un sentido muy particular: El de abstenerse de juzgar para aprender a contemplar. Se entienden mejor los fenómenos, los humanos incluidos, cuando se los observa como a un paisaje o como a una máquina de esas con muchas arandelas y manecillas, para conocer su funcionamiento, antes que clasificándolos como buenos o malos. Juzgar es un privilegio de las mentes más experimentadas y elevadas; y cuando se las alcanza, se aprende la sabiduría de no juzgar. Otro de los valores que es oportunidad de inculcar en los colegios es el de la voluntad. Estoy convencido de que en la vida los más exitosos no son los más inteligentes, son los más perseverantes.

Pit, pit, ...pit ...pit,
...pit, ...pit,...pit