Cita Iniciado por Elisabet* Ver Mensaje

Las demás naciones y también los judíos, ya no conocían la verdadera Ley de Dios, pues la ley que fue dada a Moisés y al pueblo de Israel, es la ley que Jesucristo enseña en el Evangelio, no los mandatos que están escritos en el Viejo Testamento que fueron abolidos por Jesucristo porque no eran la verdadera ley de Dios sino mandatos de hombres que no contemplaban la misericordia que Dios había mandado.

Y para que veas que la misericordia y la ley que Jesucristo enseña en el Evangelio es la Ley que Dios había mandado a Moisés y al pueblo de Israel, la escritura te enseña que Moisés y el pueblo de Israel fueron evangelizados:

Hebreos 3:16-4:7
¿Quiénes fueron los que, habiendo oído, le provocaron? ¿No fueron todos los que salieron de Egipto por mano de Moisés? ¿Y con quiénes estuvo él disgustado cuarenta años? ....... Porque también estamos evangelizados lo mismo que aquellos; ....... Por lo tanto, puesto que falta que algunos entren en él, y aquellos que primero fueron evangelizados no entraron por causa de desobediencia, otra vez fija un día hoy, en David, diciendo después de tanto tiempo, como había sido predicho: Hoy, si oyereis su voz, no endurezcáis vuestros corazones.
La Ley no se dio a toda la humanidad. Jehová hizo un pacto,
o acuerdo, con los descendientes de Jacob,
quienes llegaron a ser la nación de Israel.
Jehová dio sus leyes a esta nación solamente.
La Biblia muestra esto claramente en Deuteronomio 5:1-3 y Salmo 147:19, 20.


El apóstol Pablo hizo la pregunta: “¿Por qué, pues, la Ley?” Sí,
¿con qué propósito dio Jehová su ley a Israel? Pablo contestó:
“Para poner de manifiesto las transgresiones,
hasta que llegara la descendencia a quien se había hecho la promesa . . .
Por consiguiente la Ley ha venido a ser nuestro tutor [o maestro] que nos conduce a Cristo.” (Gálatas 3:19-24)

El propósito especial de la Ley fue proteger y guiar a la nación de Israel
de modo que aquella nación estuviera preparada para aceptar a Cristo cuando éste llegara.
Los muchos sacrificios que la Ley exigía recordaban a los israelitas
que ellos eran pecadores que necesitaban un Salvador.—Hebreos 10:1-4.