A las personas Dios no las juzga por las cosas que tienen o que dejan de tener.

El lector de las escrituras tiene que obtener perspicacia
para comprender lo que quino decir Jesús.

JESÚS abrió su Sermón del Monte con una serie de nueve declaraciones que describen a las personas que son verdaderamente felices. En la primera de estas “felicidades,” Jesús dijo: “Felices son los que están conscientes de su necesidad espiritual, puesto que a ellos pertenece el reino de los cielos.”
—Mat. 5:3, NM; Versión Popular.

Esto no indica ningún mérito especial en ser pobre o que los pobres tengan automáticamente el favor de Dios. Pero los que siguieron a Jesús, personas a quienes se había dado la esperanza de participar en las bendiciones del reino de Dios, fueron principalmente sacados de entre la gente pobre o común.


En contraste, Jesús declaró: “Mas ay de ustedes los ricos, porque ya disfrutan de su consolación completa.” (Luc. 6:24) Muchas veces la riqueza material embota el sentido de necesidad espiritual. Un ejemplo de esto se puede ver en las palabras de reprensión de Jesús a ciertos cristianos de Laodicea, Asia Menor: “Dices: ‘Soy rico y he adquirido riquezas y no necesito absolutamente nada,’ mas no sabes [es decir, no estás consciente de que espiritualmente] eres desdichado y lastimoso y pobre y ciego y desnudo.”—Rev. 3:17.