Para Jesucristo no hay propiedad privada porque Dios lo hizo todo para todos. Nadie debe apropiarse de lo que es de todos porque si alguien se apropia de lo que es de todos precisamente ese es el que roba. Entonces "no hurtarás" o "no robarás" significa no apropiarse de los alimentos y bienes y riquezas que pertenecen a todos. Por eso Jesucristo le dijo al hombre rico que vendiera todo lo que tenía y lo diera a los pobres y que es más fácil pasar un camello por el ojo de una aguja que entrar un rico en el reino de los cielos.