Lo de Kimo no es locura judaizante, querida Esperanza.
Los judíos no estaban locos. Moisés no estaba loco. Dios nunca ha estado loco.
El matrimonio no es ningún tropiezo para el amor.
El matrimonio es una institución divina para darle un sentido social (y no solo individual) a una relación entre dos personas.
Como ya hemos discutido en el ejemplo de los amantes de la isla desierta, si no viviéramos en una comunidad no habría necesidad de normas que regularan la convivencia social, incluyendo dotes, herencias, número de parejas, relación entre los consuegros, etc.
Las leyes a través de las dispensaciones mosaica, cristiana, islámica, etc. tienen que ver con adecuaciones a las necesidades y limitaciones socioculturales de quienes reciben esas leyes.