Cuando Miguel era el ángel que velaba por Israel de parte de Jehová, era Jesús-prehumano. El mundo tenía y tiene príncipes angelicales sujetos al gobernante principal de este sistema de cosas, que es el Dragón expulsado de las regiones celestes.

Miguel podía pelear las guerras de Jehová contra esos príncipes si afectaban directamente el propósito de Jehová con su pueblo elegido: Israel en aquel tiempo. Miguel no era príncipe del resto de las naciones. La autoridad del Diablo sobre el mundo está autorizada hasta que Jesucristo derrote los gobernantes espirituales de las naciones.

Es por eso que se llamó a Miguel como "uno de los principales príncipes", ocupados de las naciones en manos del enemigo de Dios. Las guerras de Jehová contra las naciones fueron guerras que libró Miguel contra esos príncipes angelicales bajo la autoridad de Satanás. Con esas guerras se demostró la superioridad del gobierno de Dios sobre cualquier otra criatura espiritual.

Ya Miguel peleó en el cielo y expulsó a esas huestes principescas de allá. Ellos siguen gobernando los asuntos humanos desde los cielos próximos, hasta que comience la guerra de Jesús con su autoridad de arcángel de Dios, y someta al resto de esos gobernantes de forma definitiva.