Pues yo siempre para estas cosas he sido como Santo Tomás. Pero en una ocasión,mis compañeros me hicieron una despedida, ya que la empresa para la cual trabajaba; me había dado al fin un merecido ascenso en otra ciudad. Me retiré temprano, andaba sola y detesto manejar de noche. Como para colmo llovía, yo manejaba algo despacio y con cautela. En una parte muy oscura de la carretera, observé a lo lejos, una figura detenida a orillas. Podía distinguir su ropa blanca. Mientras me iba acercando, no pensaba nada malo, mas bien que alguien se habia quedado en la carretera con el auto averiado, y que además se estaba mojando con la lluvia.
Al acercarme más, advertí que era una mujer. Vestía blusa blanca y pantalón de mezclilla. Su mano señalaba en la dirección que yo tomaría. Reduje la marcha, curiosamente, fue algo instintivo. La mujer seguía con su brazo extendido como si estuviera pidiendo aventón, pero se quedó ahí: inmóvil. Su mano señalando a la distancia, su cabello negro, su piel muy blanca, su mirada perdida, su blusa blanca, su pantalón largo de mezclilla y abajo... ¡flotaba! ¡No tenía sus piernas!
Así de rápido fue que pisé el acelerador y en un sólo susto llegué hasta mi casa. Sin poder creer lo que mis ojos habían visto. Aún, al sol de hoy, estando bien segura de lo que vi, no encuentro explicación lógica a aquel suceso. Y por si acaso, chicos, aunque venía de una fiesta, que además era en mi honor... yo jamás he tomado, usado medicamentos alucinantes y mucho menos consumido drogas...