Entonces, ¿qué hay de “la nueva Jerusalén” mencionada por primera vez en Revelación 3:12?
Aquí el glorificado Jesús dice lo siguiente acerca de ‘el que venza’:
“Lo haré columna en el templo de mi Dios, [...] y sobre él escribiré el nombre de mi Dios y el nombre de la ciudad de mi Dios,
la nueva Jerusalén que desciende del cielo desde mi Dios”.

Más adelante, en Revelación 21:1, 2 y 10, Juan señala que esos vencedores están en “un nuevo cielo”
y describe al grupo que ellos componen como “la santa ciudad, la Nueva Jerusalén, que descendía del cielo desde Dios
y preparada como novia adornada para su esposo”, Cristo el novio.

Esta Nueva Jerusalén es la agencia de Dios mediante la cual él hace que fluya “agua de vida” a los humanos obedientes,
a medida que se les sana y eleva a la perfección de vida aquí en la Tierra.

Así Dios, el Autor de este magnífico arreglo,
“limpiará [de manera muy literal] toda lágrima de [los] ojos [de ellos], y la muerte no será más,
ni existirá ya más lamento ni clamor ni dolor”.

¡Cuánto se regocijan con esa expectativa los de la “grande muchedumbre”,
los compañeros del resto de la clase de la “novia”! (Revelación 22:1, 2; 21:4.)