Las paradojas de la vida:

San Agustín fue un gran pecador. No hubo pecado que no cometiera. Se retiró cuando su cuerpo no podía más (lo fundió).
Una vez que estuvo bajo el amparo de la Iglesia, surgió en él lo más vil del ser humano: querer perjudicar al prójimo.
¿Cómo? Inventando el Infierno eterno.
Sería interesante saber qué avales tuvieron algunos "santos".