Si consultas el Antiguo Testamento cuando en los evangelios se cita una profecía, la mayoría de las veces ves que esa profecía se ha amañado, bien tomando solamente las palabras que les conviene, o bien alterándolas.

En el presente ejemplo, es el propio Jesús el que está leyendo el libro de Isaías en la sinagoga, da por finalizada la lectura en “el Señor concederá su gracia” ¿Por qué se detuvo ahí? ¿Por qué no leyó el renglón siguiente?

Porque el renglón siguiente dice:
y un día de venganza de parte de nuestro Dios;”

Esto no le convenía leerlo. No se ajusta a la misión de Jesús.
Pero no creo esto en Jesús. Este pasaje es inventado.


“Llegó a Nazaret, el lugar donde se había criado, y como tenía por costumbre, entró un sábado en la sinagoga, y se puso en pie para leer las Escrituras. 17 Le dieron el libro del profeta Isaías y, al abrirlo, encontró el pasaje que dice:

18 El Espíritu del Señor está sobre mí,
porque me ha consagrado
para llevar a los pobres
la buena noticia de la salvación;
me ha enviado a anunciar
la libertad a los presos
y a dar vista a los ciegos;
a liberar a los oprimidos
19 y a proclamar un año en el que
el Señor concederá su gracia.

20 Cerró luego el libro, lo devolvió al ayudante de la sinagoga y se sentó. Todos los presentes lo miraban atentamente. 21 Y él comenzó a decirles:

— Este pasaje de la Escritura se ha cumplido hoy mismo en vuestra presencia”.
(Lucas 4:16-21 La Palabra (España))

“El espíritu del Señor Dios me acompaña,
pues el propio Señor me ha ungido,
me ha enviado a dar la buena noticia a los pobres,
a vendar los corazones destrozados,
a proclamar la libertad a los cautivos,
a gritar la liberación a los prisioneros,
2 a proclamar un año de gracia del Señor
y un día de venganza de parte de nuestro Dios”;
(Isaías 61:1-2 La Palabra (España))